No puedes dejar de pensar en él, está ahí a cada paso que das, cada vez que respiras, está en cada célula de tu cuerpo, en cada parpadeo. Cada vez que hablas rediriges tus palabras a su nombre, no paras de hablar de él, usas las palabras que él usaría, lo que crees que él diría, como un guiño para recordarle, para hacerle presente en cada una de las situaciones de tu vida, como si así pudieses estas más cerca de él. Son cosas pequeñas, cosas que la gente no ve, que pasan desapercibidas cuando él no está delante, pero entonces llega él, y tu mundo se pone patas arriba.
Las pupilas se te dilatan, como un reflejo, quizás solo quieran verle mejor. Tu corazón empieza a latir sin control, el pulso se te acelera, dices cosas tontas, eres totalmente feliz, tonta, ingenua. Y da igual que él no lo note, no importa que no se de cuenta de que existes, porque por un segundo sientes que eres su chica.
¿Tienes maripositas en el estómago al verle, verdad? Vaya, ¿Aún no te has dado cuenta? Estás jodidamente enamorada.
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